viernes, 7 de septiembre de 2012

POR FORTUNA



 
Todo sucedió después de que me dio el plato, la taza y la cucharita. Los deposité con suavidad en la alfombra declinando su orden de servirle un café. ¿Quién se creía que era para mandarme? Que se encuentre otra. No sería una sirvienta para él. ¿Cómo se atrevió a decirme cuando me entregaba el terno?: “mujer cuántas quisieran ser tú. Te sacaste la lotería conmigo”.

Pensé sólo un instante, no merecían más sus palabras. Fui al armario del vestíbulo, ahí guarda su equipo de pesca y las armas. Tomé una pistola pequeñita, la que me mostró el día que lo conocí. Regresé con ella a la sala y sólo le di tiempo para verme accionar el gatillo.

Al darme la vuelta, di un delicado puntapié a la taza, que rodó sin hacer casi ruido. 'No me gustan los juegos de azar'- le dije a su cuerpo ya sin vida- 'porque a veces se puede ganar'.

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