viernes, 27 de mayo de 2011

SALIR DE NOCHE




Me acuerdo ahora de mi infancia, que trae imágenes que creí enterradas por el tiempo asesino. Pero esta mesa veteada, en donde duerme tu cabello, me lleva a un tiempo azul como la tinta; a esa lejanía que trae insistente el recuerdo de una cocina de blancos azulejos, sillas cromadas, calor de sartenes y una periquera

Cuando estaba prohibido salir de noche al pasillo, el que al final tenía tres escalones que eran puente al jardín de frutas, a la malla de cuidados perros y, al sur, al sendero de lajas y a una puerta, la que daba acceso a los nogales de la abuela. Ahí hice a solas mi casa de cartón, refugio donde escribía mi diario infantil, mientras masticaba caramelos que sacaba de la caja de metal que tuvo galletas.

Quiero huir del recuerdo de soledad, porque es volcán con un mechón de nieve. Prefiero ser derribada por la muerte que por el recuerdo.
 
Pero esta mesa veteada y en ella tu cabello oscuro -que ahora peino con mis viejas manos- me llevaron sin remedio a recordar mi infancia.

martes, 3 de mayo de 2011

ATMÓSFERA


La  luna, que asomaba entre la neblina aquella noche, estaba a un punto de volverse nueva, las estrellas se habían olvidado de brillar haciendo la oscuridad casi absoluta y opresora. En el jardín raspaba al aire un grillo que no obtenía respuesta y en el tejado se escuchaban arrastres de piezas rotas, como si empujaran ladrillos y rodaran guijarros; un goteo se alcanzaba a percibir entre el muro de piedras y el ciprés moribundo, podría jurar que sentí presencias que al pasar enfriaban el aire.

A pesar de que la casa dormía y el jardín era sombrío, simulando valor crucé terrazas, patios y corredores hasta llegar a la cocina. Tenía varios meses visitando semanalmente  aquella hacienda y aprendería a vivir con sus sombras o me resignaría a no volver. Moví el interruptor para  iluminar la estufa pero sólo respondieron las aspas que pretendían inútilmente sacar el viciado aire.

En lo que hervía el agua, volteé hacia el comedor y la sala… vi que un afilado fuego de encendió sobre la mesa, en donde está un capelo de cristal facetado que tiene una figura de un santo adentro. Pensé -son el reflejo de los faros de un coche que pasa a deshora por la calle frente a la reja… ¿la reja? ¡Pero si no hay! el viejo muro es de  adobes y piedras ¿cómo podría pasar la luz?
           
Fue esa noche que vi por vez primera un fuego fatuo…