viernes, 27 de mayo de 2011

SALIR DE NOCHE




Me acuerdo ahora de mi infancia, que trae imágenes que creí enterradas por el tiempo asesino. Pero esta mesa veteada, en donde duerme tu cabello, me lleva a un tiempo azul como la tinta; a esa lejanía que trae insistente el recuerdo de una cocina de blancos azulejos, sillas cromadas, calor de sartenes y una periquera

Cuando estaba prohibido salir de noche al pasillo, el que al final tenía tres escalones que eran puente al jardín de frutas, a la malla de cuidados perros y, al sur, al sendero de lajas y a una puerta, la que daba acceso a los nogales de la abuela. Ahí hice a solas mi casa de cartón, refugio donde escribía mi diario infantil, mientras masticaba caramelos que sacaba de la caja de metal que tuvo galletas.

Quiero huir del recuerdo de soledad, porque es volcán con un mechón de nieve. Prefiero ser derribada por la muerte que por el recuerdo.
 
Pero esta mesa veteada y en ella tu cabello oscuro -que ahora peino con mis viejas manos- me llevaron sin remedio a recordar mi infancia.

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