domingo, 27 de marzo de 2011

PARAR

Para todos ese viernes era igual a cualquiera otro, pero para Ela era de temor. Huía de su perseguidor.
 Eran las tres de la tarde. Ela y Carlos acababan de comer cuando tocaron la campana de la puerta con exigencia.
-Luchita… ¡no abras la puerta! Puede ser él…asómate por el hoyito de la ventana
y -llevando el índice a los labios- shhh calladita
-Carlos, tú ve al balcón, trata de ver…asómate con cuidado, pero si te ven y te preguntan por mí, ¡sea quien sea! di que no estoy… por favor ¡ten cautela!
Seguían los insistentes campanazos y en Ela aumentaba su temor
Escuchó voces enérgicas lo que aumentó su miedo.
           Bajó Carlos del balcón brincando de dos en dos la escalera y su cara sonriente desdecía del momento de angustia que vivían ese día.
-¿A que no sabes quién  toca? dijo Carlos
-Claro que no ¿cómo he de saberlo?
-Es Antony…
-¿Y? dijo Ela interrumpiéndolo.
-Quinn…¡Antony Quinn!
-¿Bromeas? ¿Antony...Quinn?
-Te lo juro… ¿Qué hago…?
-¿Cómo qué que haces?...Ábrele ¡rápido! ...y tu Luchita ¡órale, a las vivas! Levanta los trastes.

           Entró el actor llenando no sólo el vano del portón sino el espacio entero. Ela lo ha admirado desde que siendo niña lo vio bailar en Zorba el Griego.  Se levanta para recibirlo… tan asombrada e incrédula que tropieza al llegar a su lado, él evita la caída con su brazo.
 Por un momento    
                             Ela puede parar

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