martes, 7 de diciembre de 2010

...ME CUIDABA UN LEÓN

   

 

                                                                  Para Paulina, ella sabe por qué…

Hace años sufrí del amor un desengaño y, por demasiado tiempo, me sumergí en sucesivos escenarios de ira, deseos de morir, inconsciencia y dolor. El hombre que amaba me desgarró la vida y como venganza me condené  a la soledad.
Finalmente anhelé que esto terminara y, harta de dañarme, desperté un día decidida a descorrer  el velo que me impedía vivir. 
 Primero ensayé, con muecas, a remedar la risa y luego aprendí con franqueza sonreír.  Puede ver lo verde que eran los árboles, que la mañana era una promesa -como siempre- y las noches fiesta y descanso como es obvio, pero hasta ese día lo supe. Por eso me animé a aceptar tu cita e ir a conocerte bajo el  “Arco de la calzada"  de León.
Te esperé una hora bajo las letras plateadas de uno de los pilares mientras me aturdía un tráfico indiferente y a mi lado pasaban unas niñas con uniformes abrillantados por el uso;  luego vi a un joven de cabeza a rape con un tatuaje en el brazo que no pude descifrar; en la esquina un anciano tocaba el organillo, en tanto un hombre en  una banca fumaba  un puro corriente, que con su olor, enervaba la tarde.
Pasaron dos horas y te seguía esperando, pero ahora en la banqueta de enfrente, recargada en una reja que en otro tiempo fue roja. No sé por qué su desvaído color provocó en mí un sentimiento de gran desolación, tanto que temblé de cuerpo entero con los ojos cerrados y, por un instante, me arrepentí de estar ahí.
Perseveré en aguardarte pero después de tres horas pensé que nunca llegarías, aunque anocheciera y volviera a amanecer.  Los pájaros de la calzada iniciaron el ritual del sueño, la luz dorada de la tarde encendió las apagadas de neón, sopló una brisa que pastoreaba hojas y papeles mientras una música alegre se oyó en un callejón.
Fue entonces que vi a aquel hombre recargado en el muro de Arcadia, abrazaba un portafolios y algo parecía esperar, en su cara se barruntaban nubes de exilio y  vio, sin ver realmente, un mapa de las rutas del camión.
Salió la luna y arreció el viento de Enero, la gente ya no caminaba, corría; yo cansada de tu demora sólo quería dormir. Pero quise creerte y para dar tiempo al tiempo fui  a comprar un café que bebí con deliberada mesura para justificar una prórroga en la espera de ti.

Regresé a la que ya era mi ventana con su reja: mi rincón. Entonces  de una casa salió una anciana que me ofreció una silla y pude descansar. Arriba del Arco, el León enseñoreaba vigilando su ciudad, llegó la noche y en lo oscuro cintilaban las estrellas mientras la luna menguaba sin cesar.
Terminando mi café el  hombre de Arcadia dejando su muro caminó hacia mí, con un simulacro de sonrisa me preguntó por la terminal de  los camiones, como entendí que era una pregunta sin sentido sólo le respondí  por platicar.
A esas horas ya éramos dos parados en la espera: le pregunté la hora y me señaló a un pájaro dormido; le ofrecí mi silla  pero no la aceptó; le pregunté su oficio…me platicó su vida; él por el mío...¿que podría contestar?
        Si acaso en ese lapso llegaste o no lo hiciste, no me di cuenta ni importó, porque una nueva vida me rodeaba y supe que mi cita no era contigo, era con la música, la luna, los pájaros, el arco y su poema... la ciudad.

Tú ahora ni nunca has existido, al otro hombre solamente lo soñé, cuando aquella tarde de Enero me quedé dormida  mientras, desde arriba del arco, me cuidaba un León.


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María Elena Gómez


3 comentarios:

  1. María Elena: Qué bueno está tu blog, te felicito.
    Lo leo de tanto en tanto y siempre consigue sorprenderme. Sigue adelante. Háblanos de tus sensaciones que perduran luego de tu estadía en este rincón de Chile, emociona
    Un abrazo
    Alejandra Gallero

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  2. Qué hermoso relato María Elena, cuánta angustia y que descripción perfecta. Como has transmitido la sensación de hastío, de cansancio, de desilución... bravissima!

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  3. Ale querida, si entras de nuevo leerás mi gratitud por tus palabras, por que me anímas siempre. ¿sabes algo? ¡¡¡¡quiero ir a Chile!!!
    tu hermana María

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