lunes, 1 de noviembre de 2010

SURREALISMO

Te adentraste en la sombra caminando y yo, como hace días, te seguía sin preguntar; sólo silencio entre nosotros mientras nos rodeaba el bullicio de la selva.  Mientras yo envolvía con la mano derecha la pulsera de esmalte oriental que llevaba en el brazo izquierdo, tu veías obsesivamente tu reloj, como si fuera una brújula muda que de nada servía; cada uno se aferraba a su objeto como si se tratara de amuletos.
.
No te quitaste los pantalones de lana a pesar del agobio del calor y la humedad;  yo, más intolerante, me arremangué la larga falda de terciopelo negro. ¿Quién nos iba a decir lo inadecuada que resultaría nuestra ropa cuando nos vestíamos de fiesta hace apenas unos días?.
Detrás de nosotros, el inicio del sendero se iba perdiendo entre las pendientes y curvas de su trazo y el sol miraba con una tristeza de ocaso al mundo.
Todo estaba bien mientras estuviéramos perdidos, porque no estaría sola. Ya sabía, sin que me lo anunciaras, que una vez que encontráramos el pueblo ahora perdido de Urucará , tú volverías a tu país, que al recordarlo te parecía de ficción por sus casi eternas nieves.

Mientras las hojas se mecían como si flotaran en un océano de brisa que llegaba del sur, detuviste tus pasos y te volviste a mirarme. Aunque se reflejaba en ti la luz de un sol que moría,  no pude verte en tonos de oro, sólo te veía en tonos de grises....quizá por el temor a que ahora sí, empezarías a hablar y yo recordaría algo que quería olvidar: que desconocía tu lengua y de ti....todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario